Mini biografías, carpetas de sus discos y vídeos con canciones.
miércoles, 21 de julio de 2021
MIGUEL DE MOLINA
Miguel Frías de Molina,
conocido artísticamente como Miguel de Molina, nació en Málaga el 10 de abril
de 1908 y murió en Buenos Aires el día 5 de Marzo de 1993. Cantaor de coplas y
bailarín.
Hijo de una familia
humilde vino al mundo en una Andalucía donde habitaba la pobreza, los
terratenientes, el clero de la época, la superstición...y todo ello suponía un
caldo de cultivo para provocar una guerra civil como ocurriría posteriormente.
Su padre era epiléptico y pasaba los días postrado en la cama. El pequeño
Miguel aprendió muy pronto que la vida iba a ser dura para él. Rodeado siempre
por mujeres (su abuela, su madre y sus cuatro tías) no fue de extrañar que a
los 8 años Miguel y sus amigos organizasen un baile donde se juntaron cuatro
chicos y dos chicas. Como no podían formar parejas propusieron a Miguel que se
vistiese de chica, y este, con la mayor naturalidad del mundo así lo hizo. Su madre, preocupada por la educación del
niño, consigue que ingrese como interno en un colegio de curas, y allí, uno de
los sacerdotes, cuando Miguel acude a una de sus llamadas, intenta besarle en
la boca, y el niño tímido y retraído le golpea con un tintero en la frente. Es
expulsado del colegio e ingresa en otro de monjas, donde tiene una estancia más
normal.
En sus ratos libres se
dedica a vender golosinas en la calle y con el dinero que gana acude a
presenciar espectáculos de variedades que se celebran al aire libre, y a los 13
años, cuando cree que ya ha aprendido bastante en el colegio, decide marcharse
del hogar familiar en busca de nuevos horizontes. Llega a Algeciras y consigue trabajo en un
burdel regentado por «Pepa la Limpia», llamada así por mantener el local como
los chorros del oro y sin que allí se produjese nunca ningún escándalo. Miguel
es contratado para ayudar en la limpieza del burdel, hacer la compra y
cocinar.Una noche, una de las chicas de
la casa se mete en la cama con Miguel, pero no consigue nada de este. Es en ese
momento cuando Miguel se plantea cual es su condición sexual, aunque la chica
le tranquiliza y achaca su impotencia momentánea a los nervios de la primera
vez.«Pepa la Limpia» y su amante
invitan a Miguel a viajar a Granada para presenciar un espectáculo organizado
por Manuel de Falla y Federico García Lorca. Desde ese momento Miguel sentirá
una gran admiración por Lorca, a quien conocerá personalmente más adelante,
aunque de una forma superficial, pese a que ya durante toda la vida de Miguel,
los poemas de Lorca le acompañaran en todo momento.
Cansado de trabajar en el burdel de Pepa, Miguel viaja a Tetuán y de allí a Granada donde organiza espectáculos para los turistas, aunque él, todavía no haya descubierto su vocación artística. El trabajo de Miguel es reclutar a turistas y llevarles a cualquier tablao flamenco. La simpatía y el buen hacer de Miguel no pasan desapercibido para un visitante de Sevilla, quien le convence de que viaje a la capital hispalense que está a punto de abrir las puertas a la exposición universal de 1929, y donde el trabajo no le faltará. En Sevilla tiene su primera experiencia sexual. Acababa de cumplir 20 años y un joven artista árabe, llamado Samido, que era la gran atracción en la capital, es quien se lo lleva a la cama por primera vez. Sabrá entonces Miguel de su condición de homosexual, que nunca esconderá ni reprimirá. En Sevilla, Miguel sigue organizando espectáculos para turistas hasta que es reclutado en 1930 para el servicio militar en Madrid. Allí consigue se le destine a Algeciras, donde «Pepa la Limpia» mueve los hilos de sus amistades más intimas entre el ejercito algecireño, y Miguel es rebajado de servicio. Un año después se proclama la república y es entonces, cuando Miguel Frías se decide a dedicarse profesionalmente al mundo del espectáculo. Se convierte a partir de ese momento en Miguel de Molina y populariza canciones como «El día que nací yo» y «Ojos verdes». Al mismo tiempo obtiene un gran éxito bailando el «Amor Brujo».
Miguel de Molina es un
artista de composturas muy finas pero no amaneradas. Rompe moldes utilizando
chaquetillas muy ajustadas y floreadas que marcarán su personalidad. Miguel triunfa en Madrid, pero será en
Valencia donde alcance su madurez artística. Recorre casi las poblaciones
valencianas actuando en teatros de Alicante, Castelló, Sueca, Xàtiva, etc. El
estallido de la guerra civil le coge rodando su primera película en Barcelona,
y que nunca sería estrenada. Miguel de Molina vuelve a Valencia donde adquiere
una casa para vivir junto a su madre. Es reclutado por el bando republicano
para un servicio militar, pero su condición de artista le permite ser elegido
para actuar por los pueblos y ciudades ante las tropas republicanas. Miguel de
Molina declararía que cuando vio la película «Ay Carmela», le recordaba los
tiempos en que él hacía lo mismo: levantar los ánimos del ejército republicano.
En Teruel actúa en el frente de guerra y en mitad de la actuación sufrieron un
ataque de las tropas de Franco, que finalmente logran entrar en Valencia. En
ese momento se le recomienda a Miguel de Molina que asista a recibir a las
tropas franquistas en la capital valenciana si no quiere tener problemas, y Miguel
asustado, asiste a la entrada junto a otros artistas que son colocados en una
tribuna, siendo obligados a realizar el saludo fascista.
En la España ya franquista Miguel de Molina
recibe la visita de un empresario, miembro del Movimiento, quien le obliga a
firmar un contrato para actuar por toda España a cambio de 500 pesetas por
actuación, cuando anteriormente llegó a cobrar 5.000. Si no acepta las
condiciones, se le prohibirá trabajar y su pasado como artista en las tropas
republicanas le pasará factura. Miguel manifestó siempre que sus ideas eran las
del respeto mutuo y la libertad de todos los hombres, pero la época no entendía
de esta filosofía. Cuando lleva un año junto a otra compañera actuando para
este empresario, aunque sabe que detrás hay alguien más importante, decide no
renovar el contrato y así lo comunica a su interlocutor. Recibe esa noche una
visita de tres individuos que le obligan a subir a un coche manifestándole que
tienen orden de llevarle a la Jefatura Superior de Policía en el Paseo de la
Castellana. Pero el vehículo seguirá hasta un descampado donde Miguel de Molina
es brutalmente torturado: le arrancan el pelo a jirones, le rompen varios
dientes y le desfiguran completamente la cara mientras le gritan «esto por rojo
y maricón». Miguel piensa que van a matarle y de hecho escucha algunos
disparos mientras pierde el conocimiento. Cuando despierta está solo en mitad
del descampado y como puede consigue parar un coche que le llevará a su casa en
Madrid. Su negativa a actuar para el empresario le ha costado muy cara. Recibe
una notificación para ser confinado en Cáceres y de ahí pasará a Buñol, donde
se le prohíbe trabajar. Levantado el confinamiento y de nuevo viviendo en
Valencia, Miguel de Molina recibe una invitación para actuar en Zaragoza y tras
está actuación le vuelven a prohibir que pueda trabajar. Es entonces cuando el
artista visita frecuentemente Xàtiva.
Miguel de Molina acude a Xàtiva donde se
hospeda en el "Hotel Españoleto". Participa en las tertulias que varios amigos
organizan en el "Bar Moncho" y establece una muy buena amistad, entre otros, con
los padres de Miguel Mollá, a quien precisamente se le pone el nombre de Miguel
en honor de Miguel de Molina. También el artista visita frecuentemente a
Joaquín (Ximo el de la Malla) y a su mujer Encarna Insa (hermana de Pepe Reig),
con quien pasa largas veladas en su chalet de Bixquert. Miguel de Molina subía
andando hasta el chalet y por el camino no paraba de cantar. Encarna conserva
dos fotografías dedicadas de Miguel de Molina enviadas durante su posterior estancia en Buenos Aires. En ambas les recuerda
la amistad que mantienen y en una de ellas se lee en el adverso que «estoy
bien. Triunfando y ganando mucha plata a Dios gracias. Os envío un abrazo desde
Buenos Aires».
Miguel de Molina,
cansado de las prohibiciones para poder actuar, y con la urgente necesidad de
ganar dinero, consigue de un amigo un pasaporte para viajar a Buenos Aires,
quien además le acompaña para cruzar el charco y vivir en él. Es el año 1942 y
el artista acaba de cumplir 34 años. En
la capital argentina triunfa allá donde actúa y adquiere una casa en propiedad
que va llenando con sus múltiples pertenencias adquiridas con el dinero que va
ganado. Sin embargo un día recibe una orden de que debe abandonar el país, por
orden de la embajada española, sin más explicaciones. Pero antes pasará siete
días en la cárcel y cuando sale para ser embarcado rumbo a España le habrán
quitado todo el dinero que tenía, así como sus pertenencias de la casa:
cuadros, joyas, antigüedades, marfil, etc. Precisamente será su amigo, y quien
le consiguió el pasaporte, uno de los que más le expoliaron. Miguel de Molina
estaba predestinado a estos desengaños. Cuando vuelve a España se ve obligado a
malvivir y descubre que todas sus desgracias: la explotación en las actuaciones
durante los primeros años del franquismo, la paliza, la prohibición de actuar,
su expulsión de Buenos Aires, etc. se deben a un mismo personaje: un alto
funcionario de Asuntos Exteriores del gobierno de Franco al que no conoce ni ha
visto jamás. Un alto funcionario que además es homosexual y quiso destrozar a
Miguel de Molina probablemente por que él quiso ser como el artista y nunca lo
consiguió.
Viaja entonces a México
y vuelven los problemas. Miguel de Molina está teniendo un notable éxito allá
donde actúa, pero los teatros son controlados por un sindicato que preside
Jorge Negrete. Algunos enviados avisan a Molina que debe someterse a las leyes
que marca Negrete, pero Miguel se niega. A partir de ahí se le intentan
«reventar» algunos espectáculos; colocan petardos en sus actuaciones e incluso
una de ellas es interrumpida con grandes gritos por el secretario de Negrete:
ni más ni menos que Mario Moreno «Cantinflas». El gobierno de Argentina ha
cambiado y Miguel de Molina recibe una llamada de Eva Perón para que actúe en
Buenos Aires en un festival benéfico. Hasta allí viaja Miguel y le cambia la
vida. Firmará contratos con multitud de empresarios y vive 14 años. En 1957
vuelve a España y recorre toda la geografía española actuando, aunque tiene que
aguantar todas las crónicas que en su contra se escriben por su condición de
homosexual y republicano. A los 52 años se retiró del mundo del espectáculo. A
finales de 1992 a los 84 años, y cuando ya vivía de nuevo en Argentina el rey
Juan Carlos I le otorgó, por medio de la embajada, la Orden de Isabel la
Católica, el embajador, en nombre del rey dijo que «Miguel de Molina se lo
merece. Ha sido el mejor en el renacer actual de la copla y sigue siendo el
maestro indiscutido de todos. Sirva esta medalla de sentido reconocimiento y
homenaje a su entrañable labor representando lo más noble y profundo de
España».
Miguel de Molina manifestó
entonces que desde 1940 a 1992 habían pasado 52 años, «es cierto que en España,
gracias a la democracia, a su majestad y al pueblo, se barrió el fantasma de
Caín...pero yo sentía que esa reparación, que quería simbolizarse en la
medallita, me llegaba demasiado tarde. De 1940 a 1992 España tardó cincuenta y
dos años en darse cuenta de que habían tronchado la vida de un hombre que
hubiera querido crecer artísticamente y desarrollarse en la tierra donde nació,
sin ser ingrato con la Argentina que me cobijó». Tres meses después la muerte
le sorprendió en su casa de Buenos Aires.
Estaba a punto de cumplir 85 años y dicen que como en su famosa copla,
hubiese querido cantar como despedida a la sociedad; «Na te pido, na te debo».
Sus restos descansan en un panteón del cementerio porteño de la Chacarita, en
Buenos Aires, muy lejos de la luminosa Málaga que lo vio nacer. Ante su tumba siempre hay flores.
(Articulo aparecido en
la excelente revista en Internet: www.xatired.com/laciutat a cuyo director
Vicent Soriano agradecemos la presente información).
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